Salió al balcón, encendió un cigarrillo y comenzó a pensar en lo que había escuchado en el noticiero. Pronto iba a tener que cambiar su viejo teléfono de disco por uno con botones. El Plan Megatel traería el progreso, iba a tener DDI, con sólo marcar un número podría comunicarse con su hija en Canadá. Tan fácil como eso. Ya no tendría que esperar más de dos horas a que lo comunicaran, ni escuchar el tedioso mensaje de la operadora: "Servicio Internacional, un minuto, por favor". Vivir en esta época era genial. La tecnología estaba en su apogeo, había computadoras del tamaño de una casa, y quien sabe hasta donde llegarían. Tal vez, pensó, dentro de 10 años todos podamos contar con un robot personal y con autos que vuelen como ocurría en los dibujitos animados que miraban sus hijos cuando eran chicos. Aunque quizás la vida no le alcanzaría para verlo. ¡Que irónico! Él, un apasionado de la tecnología, limitado por su edad, por un cuerpo con fecha de vencimiento. Y lo peor era que nada podía hacer al respecto. Así que dio una larga pitada a su cigarrillo, miró al cielo, y allí la vió. Una estrella fugaz. "Tal vez tenga que hacerlo, tal vez tenga que tener fe por una vez en la vida, tal vez ocurra como en los cuentos con final feliz y se cumpla". Entonces lo hizo, se animó a formular en voz alta ese deseo como nunca lo había hecho, con una fuerza que no entendía. Su actitud le pareció tan ajena a sí, tan infantil, tan cursi que se sorprendió riéndose por lo que había hecho. Sacudió su cabeza, entró al departamento, apagó el cigarrillo y se dirigió su dormitorio. Al otro día se levantó con el inexplicable impulso de encender el televisor, y así lo hizo. Le sorprendió que su antena captara tantos canales, que todo fuera tan extraño y diferente. Alfonsín ya no era presidente, sino una mujer a la que llamaban "presidenta". No daba crédito a sus ojos, no comprendía nada de lo que ocurría ante ellos. Por más que lo intentaba, no salía de su estupor, todo era tan… y entonces lo recordó. No podía creerlo, eso sólo pasa en las películas para niños y en las telenovelas. Una mezcla de miedo y ansiedad lo invadía, sus pensamientos eran confusos, estaba aturdido. Fue a la cocina, tomó un vaso, se sirvió agua. Dió un sorbo. a la vez que trataba de tranquilizarse, de entender lo que estaba pasando. ¿Se encontraba realmente en el futuro o era sólo un sueño? Nada estaba claro. Intentó buscar el teléfono pero no lo encontró, solo había un tubo con varios botones sobre una base. No tenía cable, lo tomó. intentó marcar un número pero no funcionó. También vio en una mesa un pequeño televisor con un teclado de máquina de escribir y un artefacto redondeado, pero ignoraba para que servia o como se utilizaba. Así que decidió salir a la calle, tal vez allí obtendría más información. Por lo pronto tenía en mente comprar un cospel y buscar un teléfono público. Una vez que estuvo afuera pudo comprobar que todo lucía diferente, la gente, los autos, los colectivos. Había muchos más edificios que hacían ver todo más oscuro. Todo era más vertiginoso. Todos tenían una especie de calculadoras, a las que utilizaban de manera diferente. Alguno de ellos les hablaban, otros las miraban, otros solo les tocaban sus teclas. Emitían sonidos de lo más extraños, y cuando lo hacían ellos las tomaban rápidamente y las miraban muy fijo, tratando de leer o decodificar un mensaje oculto. Parecía que esos pequeños aparatos los controlaban, capturaban su interés y se adueñaban completamente de su voluntad. Nada les importaba más que esas "calculadoras extrañas". También observó personas con auriculares como si estuvieran escuchando su walkman. Lo raro es que en lugar de escuchar hablaban con ellos puestos. ¿Que habrá pasado en la Tierra? ¿Habrá sido colonizada por extraterrestres o sería obra de los rusos? ¿Que había pasado en medio? Tenía miles de preguntas, pero nadie a quien hacérselas. ¿Cómo explicar lo inexplicable? Él no podía creerlo, ¿cómo pretender que los demás creyeran esa historia inverosímil, la de un hombre que venía del pasado? Decidió entonces volver a su casa, tal vez allí se le ocurriría algo. Se recostó en su sillón muchas ideas confusas rondaban en su cabeza. Las daba vuelta, las desmenuzaba, las destripaba y nada, seguía como al principio. Finalmente se quedó dormido. Fue despertado por ese extraño sonido, por una fracción de segundo albergó la esperanza de que todo hubiera sido un sueño, pero no. El sonido fue seguido por una voz que le era familiar y le decia: "Te llamé varias veces, estoy preocupada, por favor cuando escuches esto llamame". Se sonrió por segunda vez en mucho tiempo dijo en voz alta una frase que jamás había dicho, una frase que le era ajena, que nunca había pronunciado: "Cuidado con lo que deseas…"