Impregnado entre parcelas de tierras malolientes,
Luces en tu verde placer de gigante durmiente,
Aguadero de aventuras y gritos que fallecen,
En ti se mecen el misterio y la soledad desgarrante.
Te vi sonreír al pasar por la sombra de tus brazos,
Tu escuálida figura jugaba amenazante,
Y al calor del remo de la barca trepidante,
nos enredaban tu hiedras, se desenredaba tu canto.
La noche tranquila transitaba en tu magia,
Trazando carriles de cal y de plata,
Y la luna juguetona con fiereza pálida,
Pisaba tu entorno con timidez puritana
Espantos que entre las ramas rociadas,
Brincaban sorprendiendo con sus azules miradas…
¡Brazos fuertes agítense valientes!
Que nos sorprende ya la luz del alba…
En ti nos acompañan las narices nautas
que huelen venganza,
Advierten al paso de los mortales sin lanza,
¡Sombrío guerrero de intenciones maléficas!
Sabes tu oficio, tú parcela marcas…
Mis oídos perciben en mutuo respeto,
tu queja de negror extraño, de sustancia ilícita,
de desesperanza,
tu clamor es claro con la fuerza de un grito,
en ti la oscuridad es vida y la claridad te mata,
el viento solano, la falta de abrazo del verde calor,
de tu abrigo valiente, te quita el aliento y el de tus amigos…
Solo vives si te dejan, te rendirías sin más
ante nuestra voluntad magra,
pero imploras respeto
y que sientan tu alma,
¡Estero ya sin verde,
No fallezcas de infortunio ajeno,
No te inclines ante los ineptos!