La gran boda en coches de segunda mano

Me caso. Lo sé, dicho así, sin contexto, sin preparar al lector y en dos sencillas palabras, puede ser un poco impactante. O puede sencillamente que a ustedes les dé igual: soy un completo desconocido, así que ¿qué les importa si me caso o no? Aun así, lo mismo me importa a mí lo que puedan pensar de mí: nada. Me caso. Estoy tan eufórico que tanto da repetirlo unas veces más: me caso, me caso y me caso.

Ahora bien, quiero organizar la boda más perfecta de la historia de las bodas perfectas, porque mi prometida se lo merece; pero soy consciente de que no se va a ningún lado sin dinero y hay mucho que organizar: el catering, la tarta, las invitaciones, la iglesia (los dos somos católicos), la sala de fiestas, la comida, la bebida, la orquesta, el traje de novia, la luna de miel y, bueno, algo que no es imprescindible pero para mí siempre ha sido muy importante: el coche. Sí, sí; lo considerarán una costumbre yanqui, probablemente, puesto que es en las películas estadounidenses donde suele verse, pero yo siempre he tenido en mente la idea de salir con la novia en brazos de la iglesia y, los dos llenos de arroz, meternos en el coche y salir haciendo un ruido importante con las latas atadas a la parte trasera. ¿Problema?, no tengo coche, así que procuraré ahorrar: nada de coche nuevo, buscaré el mejor entre los coches de segunda mano.

Sé que he dicho que quiero lo mejor para mi prometida, y lo mantengo: los coches de segunda mano no son peores, puesto que muchos de ellos están en perfecto estado y solo tienen unos años de vejez. Es más, son mejores puesto que, para más inri, son baratos. Desde que pueda buscaré buenos coches segundamano y elegiré uno; y luego, todo lo demás.