Mi herencia familiar se guarda en armeros

No estoy nada de acuerdo con la existencia de eso que llaman "deporte", que yo llamo "acto sangriento gratuito" y cuyo término oficial es "caza". Me gustan los animales; y aunque no llego al extremo de ser vegetariano o vegano porque necesito la carne en mi alimentación, intento no pensar en la forma en la que habrá muerto ese animal. El motivo por el que he alimentado este rechazo hacia la caza es que mi padre lo era, y recuerdo que de niño me llevaba siempre a cazar perdices y zorros, cosa que me creó un trauma importante. Mi padre murió hace un mes; la tristeza que me embargó fue intensa porque, pese a sus defectos, fue un buen padre. Sin embargo, ahora tengo una preocupación: y es que me ha legado sus rifles de caza.

No pasa nada porque tengo licencia de armas (la adquirí una vez a petición de mi padre, aún no sé ni para qué), pero no pienso tocar esos rifles en mi vida. Eso sí, hay niños en casa y tampoco quiero que ellos se acerquen a eso, pese a que están descargados y no tengo planeado comprar balas jamás. Mi mujer y yo lo hablamos y decidimos que los armeros serían la mejor solución neutra: exhibimos el regalo de mi padre, un poco en su honor, pero al mismo tiempo impedimos que nadie toque lo que hay ahí dentro.

La cuestión ahora es: ¿qué armeros? Más bien en singular, pues solo vamos a comprar uno. Está el tipo metálico de toda la vida, pero da un poco idea de frialdad; sin embargo, entre los modelos que hemos visto están aquellos que son tipo vitrina y están revestidos de madera. Esos armarios de seguridad nos han gustado especialmente; y la verdad es que nos ha sorprendido gratamente la variedad y el precio.