¿Han visto ustedes la película El apartamento? La de Jack Lemmon y Shirley McLane, sí (¿qué otra podría ser?). Muy bonita, ¿verdad? Aunque yo siempre he pensado que está un poco sobrevalorada; es decir, el guión es bueno, los personajes entrañables y el desarrollo entretenido, pero no me parece la obra maestra que todo el mundo afirma. En fin, de lo que yo queria hablar es de una escena en concreto; y es esa en la que el personaje de Lemmon le dice al de McLane que una exnovia suya siempre le envía un pastel por Navidad. Todos, en ese momento, pensamos: "Qué amable, pese a todo, no hay mal rollo entre ellos".
Les aseguro que todo cambia cuando es tu propia exnovia la que, imitando la película en cuestión, decide enviarte cada año un pastel; con la pequeña diferencia de que, en vez de por Navidad, lo hace por tu cumpleaños. Uno podría pensar que el motivo por el que se toma la molestia de realizar un envío de paquete Fedex con tan precioso regalo es el mismo: el buen rollo; pero no. Yo le descubrí a mi ex El apartamento y aún recuerdo sus palabras como si fuese ayer cuando la estábamos viendo, una noche de viernes: "Si algún día te dejo, haré lo del pastel, pero solo para molestarte...; nah, es broma". La arpía no bromeaba y parece que no se cansa de enviar paquete a Santander, a mi domicilio.
Pues esta vez he decidido devolverle la jugada e investigar cómo se hace eso de enviar paquete a París, que es donde vive ella (encima va y cumple su sueño de vivir en París). Resulta que ella siempre le ha tenido fobia a los coleópteros, sobre todo a las mariposas; así que le voy a regalar un broche en forma de mariposa con una nota que solamente diga: "¡Los pasteles están riquísimos, gracias!".